“Nací en la parroquia de Seixón en 1929. Comencé en la fotografía el año 1952, y me dediqué profesionalmente hasta 1972. Esto coincidió con la inundación y traslado del viejo Portomarín. Quise capturar con mi cámara el paisaje, las casas, las gentes y la forma de vida de un pueblo que miraba siempre al río. Sabía que cuando llegara el embalse, todo aquello desaparecería. La memoria fotográfica pode ayudarnos, a los que vivimos, a recordarlo, y a las próximas generaciones, a conocerlo. Allá abajo están nuestras raíces. Y no existe nada si no tenemos memoria y recuerdos”